Alegría Intensiva

La espada y la antorcha

La Dra. Estela y el Dr. Atento entraron a la habitación de Valentín. Ya lo conocían porque lo habían visitado la semana anterior y habían estado charlando del libro que él estaba leyendo: “La espada y la antorcha”.

Los doctores le preguntaron si ya lo había terminado y Valentín les contestó que le faltaba leer el final. La Dra. Estela y el Dr. Atento se miraron y le dijeron que, si no le molestaba, ellos podían representarle el final del cuento porque sabían cómo terminaba. Valentín, sonriendo, les contestó que sí, que no había problema. Entonces, los doctores se prepararon y comenzaron la representación.

“El capítulo final comienza así. Estamos parados delante de una gran torre de un castillo…” La Dra. Estela y el Dr. Atento miraron hacia arriba y vieron que arriba de todo había una pequeña ventana. Se miraron entre ellos y decidieron escalar hasta la ventana. El Dr. Atento sacó una soga que había llevado entre sus cosas y que tenía un gancho en el final para poder trabarla en la ventana. Comenzó a hacer girar en círculos la soga y la lanzó. Valentín, su mamá, la Dra. Estela y el Dr. Atento miraron cómo la soga volaba hacia arriba y cuando estaba llegando a la ventana Valentín gritó “¡uh, no se enganchó!”.

Los doctores salieron corriendo, uno para cada lado, porque se les venía encima la soga con el gancho. Volvieron, agarraron la soga y fueron por el segundo intento. El Dr. Atento giró la soga en círculos, la lanzó, todos miraron hacia arriba y cuando estaba llegando a la ventana Valentín gritó nuevamente “uh, no se enganchó, ¡cuidado!”. La soga cayó, los doctores salieron corriendo otra vez cada uno para cada lado para que el gancho no se les cayera encima.

El Dr. Atento volvió a hacer girar la soga en círculos y Valentín le dijo “la tercera es la vencida”. El Dr. Atento lanzó la soga y Valentín gritó “¡sí, se enganchó!”. Los doctores, Valentín y su mamá festejaron como locos.

Ahora había que subir. “Suba usted”, le dijo la Dra. Estela al Dr. Atento, que tomó la soga y subió y subió y subió. Se detuvo, miró hacia abajo, miró a la Dra. Estela y a Valentín. “Atento, no subió nada, sigue en el mismo lugar”, le dijeron. “Uf”, dijo el Dr. Atento, que comenzó a subir nuevamente. Subió y subió y subió y… “Atento, sigue en el mismo lugar”, le dijeron. “Uf”, dijo el Dr. Atento. Y otra vez subió, subió y subió y… “Atento, ¿nos está cargando? No subió nada”- dijo la Dra. Estela y Valentín señaló y dijo “pruebe entrar al castillo por la puerta que está allá”.

En medio de la aventura entró la enfermera Inés. Los doctores le preguntaron si sabía dónde estaba la espada e Inés les contestó que ella se la había llevado y la había escondido. Y terminó la frase con una carcajada macabra.

La Dra. Estela y el Dr. Atento fueron hasta la puerta del castillo que les había señalado antes Valentín, golpearon y… nada. Golpearon nuevamente y… nada. Entonces los doctores decidieron entrar. La Dra. Estela le dijo al Dr. Atento que mejor se quedaba afuera. El Dr. Atento entró y, como estaba oscuro, encendió una antorcha. Caminó, caminó y caminó. Subió unas escaleras y al llegar arriba de todo se encontró con Valentìn, su mamá y la Dra. Estela. “¿Qué hacen acá? -les preguntó el Dr. Atento- ¿Cómo llegaron?”.

“Siempre estuvimos acá”, dijeron. “¿Y la espada?”, les preguntó el Dr. Atento. “No está, no la encontramos”, dijeron ellos. “Entonces hay que perseguir a Inés -dijeron los doctores- Vamos a ir a buscarla a otra torre del castillo. Valentìn, quedate acá. Te dejamos la antorcha, cuidala. Si se prende sola la podés apagar de lejos”. “Bueno, está bien”, dijo Valentín. Y así, la Dra. Estela y el Dr. Atento siguieron su camino en busca de la espada.

Dr. Atento (Demián Candal) y Dra. Estela Tarde (Érika Veliz)
Hospital Municipal de Pediatría Federico Falcón de Pilar