Alegría Intensiva

Tenemos que confesar algo


Es martes en el Hospital Elizalde y estamos por entrar a una habitación. Sentado en la cama, un pequeño nos hace señas al vernos por la ventana. Al ingresar, nos presentamos: “Dr. Roberto, Dra. Maní Curí y Dra. Perla”.

El pequeño nos mira atentamente. Su curiosidad se detiene en el estetoscopio del Dr. Roberto y nos pide que lo usemos.

El doctor Roberto toma el estetoscopio como un micrófono. Maní Curí y Perla lo miran maravilladas pero el pequeño dice “¡noooo, así no!”. Entonces el Dr. Roberto transforma el estetoscopio en una correa y se convierte en perro. Una vez más las doctoras Maní Curí y Perla lo miran y aplauden la hazaña, pero el pequeño nos dice “¡no, así no!”. Entre risas, agrega: “Tenés que ponerlo acá”, y nos muestra en su pechito descubierto una cicatriz. “Los doctores lo ponen acá y escuchan”, nos dice.

Entonces los tres miramos el frío instrumento y al pedido del pequeño lo vamos acercando a su cuerpito.

Cuando estamos por llegar, el Dr. Roberto respira profundo y dice: “Tengo que confesar algo”. El pequeño lo mira, su madre lo mira, las payasas lo miran, y Roberto afirma: “¡No soy doctor!”.

Le pasa el estetoscopio a la Dra. Maní Curí, quien comienza a mirar el instrumento pero cuando debe usarlo como el niño indica respira profundo y dice: “Tengo que confesar algo… ¡No soy doctora!”.

El pequeño ríe fuerte y mira a Perla, quien agarra el estetoscopio, lo examina y mira a sus compañeros. Una vez más el pequeño le dice cómo debe usarlo y cuando ella está casi decidiendo la manera de acercarse, respira profundo y dice: “Tengo que confesar algo… ¡No soy doctora!”.

El pequeño ríe fuerte. Su mamá ríe fuerte. Creemos que hasta el estetoscopio ríe.

Y así nos vamos cantando “¡No somos doctores!”.

Al cerrar la puerta, escuchamos que el niño sentadito en su cama canta la misma canción y se ríe con fuerza.

Dra. Perla (Romina Amato)