Alegría Intensiva

El balcón de Julieta

Es miércoles. La Dra. Estela y yo -Dra. Perla- caminamos por la Unidad N° 7 hacia las habitaciones que tenemos indicadas. Hay una en la que en particular nos piden por favor que trabajemos “sólo desde la puerta”. Esta regla, que puede sonar a una limitación en el mundo común, en el mundo del payaso es una invitación.

Golpeamos la puerta. Adentro, una niña pequeña de unos 6 años está sentada en su cama. Su mamá, parada al lado cual guardiana, nos da permiso para abrir la puerta y empezar a jugar. Preguntamos el nombre de la niña. Ella nos dice “Julieta”. Emocionada le digo a mi compañera:  “¡Dra. Estela, estamos en el balcón de Julieta!”.

Miramos el marco de la puerta y vemos el balcón en el que estamos. Muy alto. Desde allí vemos a Julieta, la saludamos y ella saluda de vuelta. “Se dice que las historias de amor se le cantan a Julieta. También las de los sueños y los deseos”, digo. Y ese día cantamos una canción para Julieta desde el balcón. Su madre deja escapar unas lágrimas de emoción. Julieta sonríe y nos despide. Nos vamos cerrando la puerta de su balcón.

Otro día volvemos a pasar. Julieta nos recibe. Regamos las plantas del balcón. Hay muchas flores por la ocasión. Julieta tiene un globo con una princesa. Nos damos cuenta de que interrumpimos un baile, una celebración, y como no podía faltar la música otra vez cantamos y bailamos. Y nos vamos de ese balcón en el que parece que siempre se ríe y se llora con emoción.

En la tercera vez Julieta nos hace señas para que abramos la puerta del balcón. “Los primeros días de septiembre traen un inmenso sol”, decimos. Julieta nos recorre con la vista. Estamos seguras de que en ese espacio ella siempre ve su balcón. Tiene dos macetas, un árbol y una vez le pusimos un sol. Todavía quedaron globos de la última celebración. Ese día hace la tarea con su mamá. Cuentas. Uno más uno igual dos. Llegamos al cuatro, el número de personas que éramos en ese momento. Nos despedimos de Julieta y le decimos que amamos venir a su balcón.

Es el cuarto día pero ya estaba abierto el balcón. Julieta nos cuenta junto a su mamá que tienen el alta para hoy. Nos abrazamos con la Dra. Estela con real emoción.

“¿Qué hacemos con el balcón?”, pregunto. 

Julieta nos pide que lo reguemos. Su mamá nos dice que plantemos mucho amor. Y finalmente un deseo desborda cuando Julieta nos dice: “Quizás otras Julietas puedan verlo como yo”.

Y así nos vamos. Nos llevamos la canción, el recuerdo de este juego, de un espacio que se habitó.

En un día común, una persona común puede preguntarse qué es un espacio, qué es una habitación. Y un cuarto de hospital… ¿qué tiene en su interior? Esa persona diría que tiene una puerta con vidrios, una pequeña cama, una ventana al interior del hospital.

En el mundo común una puerta es una puerta. Pero en el mundo de un payaso, si sabemos mirar, una puerta puede ser un balcón, el balcón de Julieta, un balcón a la imaginación.

Dra. Perla (Romina Amato)
Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez