Vamos algunos días con Ámbar recuperándose de una bronquiolitis, ahora internada. Es un virus fuerte y es cuestión de tiempo la sanación pero vamos bien. Para que lleve mejor el proceso se repite una rutina de medicamentos y kinesiologa varias veces al día. Ámbar no quiere saber nada y lucha cada vez que se acerca alguien. Hoy a la mañana se abrió la puerta como tantas otras veces. Ámbar automáticamente lloró. Mientras entraban en la habitación los miró fijo. Estoy segura que se dio cuenta que el look era un poco diferente al de las enfermeras y pediatras, parecía memorizar cada detalle. Ellos empezaron a cantar. Ella rápidamente bajó la guardia y apoyó su cabecita en mi pecho. Mientras tanto nosotros, padre y madre hace 10 meses, abrimos la compuerta de un caudal de lágrimas que teníamos en la represa para intentar transmitirle tranquilidad y seguridad. Nos miramos, nos reímos, nos abrazamos y ahora que lo escribo siento que ese momento le transmitió a Ámbar más seguridad que la sonrisa y mirada que pretendimos sostener.
Gracias Alegría Intensiva. Este mundo sería mucho mejor si más chicos y familias tuvieran la oportunidad de sorprenderse con ustedes en momentos de tanta fragilidad.
Guadalupe, mamá de Ámbar
Sanatorio Mater Dei
Aclaración: en esa ocasión, los payasos ingresaron a la habitación con camisolín y guantes, indumentaria de bioseguridad requerida para ese día y en esa habitación.