Alegría Intensiva

El vals

Toc toc.

¿Quién será?

Permiiiiso…

Y nos asomamos como a un balcón, pero que es habitación y a veces se convierte en otros paisajes.

La Dra. Lagarza y yo, la Dra. Ruda, entramos. Hoja en blanco donde todo puede suceder. Adivina adivinador, ¿quiénes están aquí?

Allí están ellos. Él y su mamá.

Están en silencio. Ella sentada.

Él está de pie. Sus brazos se mueven danzantes, expectantes.

La cama vacía espera la siesta para no estar tan sola.

¿Estarán preocupados? ¿Inquietos? ¿Habrían recibido alguna noticia inesperada?

El silencio de a poco se desvanece.

Él ríe. Tímidamente.

Las payasas invitamos a un baile.

Ritmos. Melodías. Músicas. 

La Dra. Lagarza, ukelele en mano, echa corazón a la canción. 

¡Empieza el concurso de baile!

Él, sin dudarlo, empieza a bailar. El hip hop invita a la pista.

Ella sonríe. Y entonces su cuerpo baila en la silla. Y puro impulso ¡salta a la pista!

Ruda baila también y ambas payasas ponemos letra a este ritmo.

Pero entonces ellos proponen rockear.

Y allí los cuatro rockeamos hasta que se convierte en milonga y en chacarera y en reggaeton. El concurso se pone afilado. Hasta que llega el ritmo final: el vals.

Ellos se miran. Él y ella. A los ojos. Ya no hay silencios. Ni preocupaciones. Solo ojos con ojos. Mano con mano. Cintura y hombro. Paso junto paso. Pasos, juntos, pasos. Y pasa que Ruda queda sin compañía de vals. Entonces, aparece la Dra. Graciela: ¡Yo bailo con Ruda! Entonces ¡hay vals para todos! Los dos dúos danzan decenas de danzas. Como un trabalenguas, los pasos de baile se convierten en poesías escritas en el piso de la habitación, que ahora es pista. Y no necesitamos pistas para adivinar que algo ha cambiado ahora entre Él y Ella.

El concurso cierra y los ganadores indudables son ellos.

La Dra. Graciela y las dos payasas nos vamos. Con la música a otra parte. A otras pistas. Adivina adivinador ¿qué paisajes habrá detrás de la próxima puerta?

Dra. Ruda (Silvia Aguado)
Clínica Bazterrica