En una sala de espera llena de gente, la Dra. Perla levantó la cabeza, clavó los ojos en el techo y lanzó tímidamente un deseo: ¿Será posible tocar el cielo?
Los otros payasos la miraron. “Intento primero sola”, dijo.
Saltó y no llegó. Se apoyó en una columna, intentó trepar y no llegó.
Entonces el Dr. Lacórdoba le propuso intentarlo juntos, con dos asistentes payasas, pero no llegó. Era un deseo imposible.
La Dra. Perla desistió.
De a poco la gente empezó a ilusionarse. “Vos podés”, empezaron a decirle. “Intentalo de vuelta”, se escuchó. Otra voz más pequeña le dijo: “¡Saltá y llegás!”.
De repente, toda la sala de espera empezó a corear. Las miradas, que hasta ese momento eran dispersas, se concentraron juntas en una sola dirección: hacia arriba.
El deseo de la Dra. Perla ya era el deseo de todos. Cuando eso sucede, el universo de lo imposible desaparece para el payaso.
Con convicción absoluta y contando hasta tres, todos miraron hacia arriba. Sí, todos. Niños, niñas, madres, padres.
Si con la imaginación se puede cumplir un deseo, algo de ese deseo ya se cumplió.
Esa mañana fue el público el que tocó el cielo.
Esa mañana un deseo compartido se volvió posible.
Dra. Perla (Romina Amato)
Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez