Alegría Intensiva

“Leo, un gran león valiente”

Ese jueves en el Hospital Malvinas Argentinas, viajando entre juegos y mundos llegamos a una de las habitaciones de la Sala Rosa. Golpeamos la puerta, primero la Doctora Estela, pidiendo permiso, luego la Doctora Perla pidiendo permiso y luego la Doctora Brótola. Allí, un niño de unos 8 años con ojos grandes nos va diciendo suavemente pero con convicción que podemos entrar. Está sentado en su cama junto a su mamá y cubre sus piernas una hermosa manta verde.

La Doctora Perla dice: “¡miren qué hermoso, parece un bosque!”. ¡Estamos en un bosque!, decimos las payasas. Suavemente le preguntamos su nombre, nos dice: “Leo”. Con la fuerza de ese nombre continúa el juego. Decimos que Leo se parece a León, la Doctora Perla hace un rugir y dice: “¡Este es mi león!”. La Doctora Brótola, por su parte, hace sonar un chifle oculto y dice: “¡este es mi león!”. Juntas le preguntan a la Doctora Estela: “¿el suyo?”. “El mío está dormido ¡sssh!”, dice ella. Así que para no despertarlo comenzamos a hablar bajito tratando de que todos los leones puedan descansar.

Allí comienza la transformación: Leo nos mira, toma la mano de su mamá y se recuesta sobre su cama suspirando y mirando hacia arriba. En total complicidad con las payasas, ¡él también comienza a descansar como un león valiente!

Allí donde esa transformación había comenzado, en ese autorizarse a descansar, la Doctora Brótola comienza a hacer sonar algunos acordes en la guitarra. De repente una lluvia de burbujas, grandes, medianas y chiquitas van al encuentro de la mirada de Leo y comienzan a decorar el techo de la habitación. Son cada vez más, cada vez más… Leo las mira maravillado, recostado en su bosque, descansando plácidamente.

Cantamos: “Esta es la canción de Leo, de Leo y su mamá que mira desde el bosque un gran león y nada más”. Vamos saliendo de la habitación, vamos saliendo despacito, Leo casi no lo nota porque no quita la vista de las burbujas, su mamá sonríe, la magia de ese bosque queda allí adentro, y Leo descansa, si descansa ¡como lo hacen los grandes leones valientes!