La historia de esta semana tiene que ver con la entrega de un grupo de personas, con una vocación y amor increíbles.
Cuando uno va a los hospitales, siempre lo hace por un motivo que no es demasiado placentero. Desde estudios, urgencias o cualquier cuestión que tenga que ver con la salud. Pero uno no piensa, que a pesar de que ese es el objetivo de un hospital, se puede llevar una gran sorpresa y salir de allí con una sonrisa. Increíble, ¿no?
Es así. Llegamos al Hospital de Pediatría De Malvinas Argentinas a conocer el trabajo de la Asociación Civil Alegría Intensiva. Apenas traspasé la puerta del hospital, me sorprendió la luz que había en el lugar. Muchos, muchísimos chicos con sus papás. Chiquitos, medianitos y un poco más grandes. Enseguida, comencé a escuchar música, maracas, una guitarra.
Qué maravilla pensé. Estoy en un hospital donde los chicos vienen con sus papás a atenderse, tal vez asustados por algún pinchazo o un feo remedio, y me encuentro con caritas sonrientes y divertidas.
Vienen a mi encuentro tres payasas. Bellísimas con esas narices coloradas. Divertidas con esos delantales y objetos coloridos. Música, juegos risas. Se transformó en algo tan maravilloso que por momentos olvidaba que estaba en un hospital. Era una fiesta. Acompañé a esas locas, locas, adorables y sensibles payasas a la sala de internación.
Médicos y asistentes, acostumbrados a su presencia, sonreían al verlas, pero la mayor sorpresa llegó cuando una chiquita que no se quería nebulizar quedó paralizada al verlas y abrió tanto la boca que el oxígeno entró a sus pulmoncitos inmediatamente.
“Esto genera que se pueda nebulizar mejor, sin llorar, y probablemente, se retire antes”, comentó Carlos Kambourian, el director del hospital.
Ahí estaba la magia. En la alegría, en la risas,en olvidar el mal momento por un segundo ydisfrutar de los sonidos, las sonrisas y las payasadas. Para mí era muy simple. Pero detrás de esta simpleza hay una preparación tan cuidadosa que ejerce un efecto sanador, recuperador.
Pero para ello hay que tener un corazón y una vocación enormes. Un amor por lo que se hace, invencible. Y, por sobre todas las cosas, ilusión y convicción de que no hay nada más sanador que la alegría.
Gracias por lo que hacen “Alegría Intensiva”!!Gracias Romina Amato, Marta Esandi y Erika Veliz!!!!